Me imaginé la cara del tipo mirando por la ventana, metido con otros
treinta entre un cuarto cerrado de unos nueve metros cuadrados, con una sola
ventana al lado opuesto a la puerta. Lo vi callado, con un poco de susto y de
desconfianza en la cara. Lo encontré con la corbata suelta pero aun colgada del
cuello. Al ver sus pantalones rotos y sucios entendí que se había caído cuando lo hicieron bajar de la camioneta y que tuvo que pasar por un charco formado por las goteras que la estación de calle 39 tiene.
También encontré que cuando llegó, algunos lo miraron con burla, pero otros con
gusto. Y ésos le dieron unos golpes para después acariciarlo semidesnudo. Supe
luego que tuvo que volver a vestirse adolorido y fue entonces cuando se
decidió. Miró de nuevo la ventana y vio que no había forma de hacerlo por ahí.
Antes de que le quitaran el reloj, vio que eran las doce y media; así que
entonces fueron como las dos y media
de la mañana. Para él fue evidente que los que ya llevaban mucho tiempo ahí,
habían aprendido a dormir parados; él no tenía sueño, estaba más alerta que
nunca.
Seguro que fue entonces; cuando otro que no lo había visto le sonrió y
comenzó a acercársele; comenzó a gritar como un loco, a empujar a todo el
mundo, le metió un par de puños al marica que trataba de tirárselo y como entre
cinco lo tumbaron al piso. Él no dejó de gritar mientras las patadas, y por fin
lo sacaron a rastras y lo dejaron tirado en el patio, para que la lluvia lo
tranquilizara. Le pusieron de nuevo las esposas amarrándolo a un pupitre.
Eran las cinco y treinta de la mañana, mas o menos, cuando con el pupitre le rompió la cabeza al auxiliar bachiller que
estaba en la puerta, castigado por fumar cuando
no debía. Con el pupitre siguió corriendo cuando se metió en el caño pensando
esconderse ahí, y donde asustó a un indigente que lo sacó con la amenaza de una
piedra que finalmente no tuvo fuerzas de tirar. El barro de las manos y las
uñas es por tratar de subir del caño de nuevo a la calle, donde yo lo encontré
tres horas después, cuando en el recorrido de la mañana hice el levantamiento
del cadáver.
—Estaba en fuga, —dijo el oficial— por eso le disparé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario