martes, 11 de diciembre de 2012

Un cuento verde


                                                                                                                                                  A Fonseca



Una rama de pasto cae diminuta sobre los labios de ella.

Eso la despierta.

Soplándola, la hace a un lado y rotando su cuerpo, me da la espalda.

Se levanta y comienza a caminar en rededor mío, su cara mirando el piso es devorada por el pasto. Con los pasos siento el rumbar de su pensamiento. Sin embargo no dice nada. No tiene con quien.

Ella evidencia toda mi inutilidad. Soy incapaz de hacer nada aunque quisiera, y ella me lo hace saber con su rondar sin mirarme.

Eso me llena de culpa.

Si pudiera…


Tiene un vestido oscuro de una tela delgada que parece rondarla como su propia sombra, su propio silencio. Y es el viento que la mueve, un mástil de su propia voluntad, un verdadero aliento ajeno que la mueve a ella y que también me mueve a mí.

Solloza.

Y yo me lleno de ruido, todo yo vibro, toda la tierra, todo el viento vibra conmigo. Y ella se ha quedado detenida mirándome, ahora sí. Ahora me ve, ahora que el viento me mueve. Como si no me hubiera visto antes, como si ella no me hubiera visto hacerlo. Ahora me ve, me ve en el árbol colgado de una rama, hecho uno con todo. Todo tránsito, parte, árbol, rama.

Mi cuerpo muerto se balancea con el viento.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Sobre MALUCO




El mundo conocido
(Carta planiesferia anónima, 1525)


 Plan temático:

I.      Elementos históricos.

II.    Elementos conceptuales.

a.  La picaresca.

b.  La novela histórica.

III.  Resultados.




Introducción:

Haciendo uso de la estructura propuesta por Didier Souiller en su estudio sobre la novela picaresca[1], se tratará en este texto de comprender las características que ubican a Maluco, de Napoleón Baccino Ponce de León, como una de las nuevas novelas históricas latinoamericanas. El escalón a subir para ello requiere del pasamanos del texto de Lukács sobre la novela histórica, así como el de Menton sobre la nueva novela histórica latinoamericana, lo que en consecuencia determina dos instancias conceptuales primarias que han de operar en el estudio propuesto.

La primaria de ellas se enuncia como la presencia de los elementos que constituyen la novela picaresca, a la manera de herramienta circunstancial e histórica para resolver el problema del dispositivo narrativo del autor; la segunda, se refiere a la prelación del elemento histórico como fuente teleológica de la escritura, que redimensiona una concepción de mundo.

En este segundo elemento, entran a jugar las aproximaciones que desde los estudios de Lukács pueden establecerse respecto de la novela histórica, y aquellos propios de la sociocrítica desde Lucién Goldman, Julia Kristeva y Bajtin.

La novela como redescubrimiento del mundo da la vuelta a un mundo especial desde la óptica de un narrador, a través de cuya lupa vislumbramos la historia dentro de una sensación de completez mayor que la relación de las crónicas de la época. Una novela que permite a su autor configurarse como ése cronista moderno de la historia pasada, quien a través de su obra abraza un continente, el continente actual de la literatura latinoamericana.

 I.      Elementos históricos.

En una primera instancia de este estudio, se hace una sucinta relación de los elementos determinantes que antecedieron a la realización de la expedición de Magallanes

Con posterioridad al descubrimiento de América en 1492, la disputa por los territorios descubiertos se resolvió por medio de las bulas Inter caetera (3 de mayo de 1493) y Eximinae devotionis (4 de mayo de 1493), mediante las cuales Alejandro VI establece una línea de división a las exploraciones de los españoles y portugueses, definida a cien leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, ante lo que Juan II de Portugal no se atiene, proponiendo a los reyes católicos resolver tal diferendo, que dará como resultado el Tratado de Tordesillas, en el cual simplemente se mueve la línea anterior a 370 leguas al oeste de las mencionadas islas. Aquellos territorios ubicados al oeste de la línea pertenecen a Castilla, los ubicados al este a Portugal, lo que determinaría la conquista del Brasil por este último.

Fernando de Magallanes, portugués a la sazón, realizó una de las primeras expediciones a la Malaca, dirigida por Diego López de Sequeira en 1510. Desde tal punto, en 1511 efectuó un viaje de exploración que lo llevaría a Maluco, obteniendo noticia de su alta producción de especias. Magallanes al determinar la situación de tales islas, y al no ser escuchado por Manuel el Afortunado, pasó a España, convencido de la ubicación al oeste del Tratado de Tordesillas de tales islas y la consecuente titularidad del rey de España sobre ellas.

Bajo tal afirmación, y con el apoyo del astrólogo Ruy de Faleiro, obtuvo el aval y capitulaciones por parte de Carlos V, convenciéndolo de un paso en las tierras del sur de América, que permitiría el viaje rumbo occidente hacia Maluco. Esto determina la realización del viaje alrededor del mundo. Viaje que de suyo no se fundaba más que en cálculos inciertos sobre la existencia del estrecho, y la incertidumbre de la distancia verdadera de tal punto a las islas. Varios navegantes siguieron la ruta magallánica entre ellos Loaisa (1526), Saavedra (1527), Grijalva (1576), y Urdaneta (1565), algunos de ellos fracasaron en el intento.

La idea del dominio del mundo, por medio de la circunnavegación, propone la determinación económica de las naciones para apropiarse de los centros productivos de riqueza, la persecución del sueño de riqueza para los colonos, era la motivación que se ofrecía por parte de los estados para dotar de personal tales expediciones dotadas no solo de aventura sino de penurias y fracasos.


II.    Elementos conceptuales.

a.  La picaresca.

Luego de un trabajo de reconocimiento del nacimiento de la picaresca en España, Souiller en su libro expone de manera concisa lo que da en llamar la forma y significado de la novela picaresca. Por medio de un esquema sencillo, que simplifica en buena medida lo que aquí se propone, se analizan los elementos constitutivos de dicho género. Esquema del cual se va a surtir la argumentación aquí presentada con el fin de hilar desde este referente el dispositivo narrativo de Ponce de León a la luz de la nueva novela histórica.

Debe en consecuencia solucionarse un problema primario, que trata de la manera en que se articulan tales conceptos, pues de principio no cabe decir que la naturaleza de la picaresca sea del tipo de la novela histórica, aun si bien se encuentra un parámetro de denuncia social que las puede entroncar en cuanto a sus fines, sin embargo, cada una de ellas se sitúa en lugares y momentos históricos disímiles.

No deja de ser interesante descubrir, en la medida en que se vaya desarrollando este trabajo, elementos que puedan dar lugar a una especie de paralelo superior entre estos dos tipos de literatura, más allá del referirse a la utilidad práctica primaria de presentar elementos de la picaresca como fundamento de la construcción de una novela histórica.

Y es que su primera utilidad radica en la contextualización histórica, pues la picaresca como género tiene su nacimiento en el siglo XVI, y justo a mediados de éste, momento aparente en el cual se estaría escribiendo la carta de Juanillo al rey Carlos V, llegaría a su auge con El Lazarillo de Tormes, y Guzmán de Alfarache. Por lo tanto, la única posibilidad de escritura en cabeza de Juanillo sería en el registro de la picaresca, cualquier otro distinto sería descontextualizado.

Puede observarse que el esquema trazado por Souiller[2] sobre la novela picaresca se resume de la siguiente manera en la obra de Baccino:

Un nacimiento de origen dudoso, que origina una visión pesimista del mundo ante la cual, en el caso de Juanillo, se origina toda una necesidad de recrearlo desde la perspectiva de la actividad lúdica, la de bufón "...haría además justicia a esta noble profesión de nos, que es la de hacer reír olvidando nuestros propios dolores para mitigar las penas ajenas, porque ¿qué cosa hay en este mundo más  necesaria que los Francesillos, y los Pericos, y este Juanillo de profesión bufón?"[3] Juanillo no tiene padre conocido y es de baja extracción social, con la consecuente educación descuidada.

"Puedo perdonarte el haber nacido enano y judío, sin padre y de madre puta, y haber  visto a una hermanita de meses morir de hambre y de frío, y haber estado toda mi vida a punto de morir por las mismas causas..."[4]

El comienzo de la vida picaresca se da con la huída del seno familiar, en busca de una libertad y deseo de conocer el mundo. En la novela de Baccino, aparecería como la historia de ése bufón en las últimas épocas de su vida, después de una vida trashumante que se ha dispersado en oficios de toda clase. El deseo de conocer el mundo, el norte del aventurero, es pieza firme en este relato, pero dotado, como se anotó en la parte histórica, de un interés de obtener fama y riqueza en las nuevas tierras. De tal manera fue reclutado Juanillo junto con el resto de la marinería.

La naturaleza del hombre ya es conocida del Bufón, no se aventura hacia una transformación en el orden de pérdida de la inocencia primaria, pues esta ya no existe para él. Sin embargo, y a pesar de lo anterior si se produce ése primer engaño en el que caen todos, ante la promesa del nuevo mundo y de la riqueza. Nadie sabe hacia donde se dirige la expedición, es el engaño voluntario, el autoengaño el que marca la partida del Puerto de Sanlúcar.

Juanillo no requiere un iniciador que lo induzca a sus actividades, pues es él mismo quien se ha llevado a la fortuna, ya estamos ante un truhán profesional.

Así comienza el itinerario por la acción de la geografía, es decir el viaje, el avatar de lo incierto que sucede desde el principio mismo, con la carencia de capitanes y luego con la aventura geográfica de circunnavegación.

Ya ha tratado con varios amos, e incluso relaciona en el comienzo al último de ellos, quien ha muerto "...en los brazos de Eros...", luego será de varios amos, pues su labor lo lleva a atender con sus servicios el ánimo de la tropa. Pero dos amos importantes, sobresalen como correlatos de la historia, se trata del mismo capitán general y del rey. Tema que va a ser tratado en otro momento.

El transcurso por todos los distintos personajes que se encierran en el espacio de las naves, permiten realizar de manera condensada y acrónica el flujo de unos a otros, pasando de amos rápidamente, están ahí el hombre de iglesia, el avaro, la gendarmería, etc. Todos ellos aparecen en la novela en interacción con Juanillo, como acólito en las misas que se ofrecen, acompañando en su despedida a Cartagena, y otros. Presentando, aunque no de manera permanente, una sátira social.

La intertextualidad es propia del actuar del bufón que va hilando historias con el fin de divertir a la marinería, historias independientes, que en Maluco sirve como renovadora de la narración y como muestra de la digresión en el estado de los hombres y en el narrador mismo. Así se viaja narrativamente de los hechos de la expedición, a las historias que se inventa Juanillo, a las que escucha de sus compañeros, a su monólogo con el rey, a sus divagaciones con Magallanes, sin orden aparente. Todo el discurso se ensarta, finalmente en un motivo final y último, propuesto desde un principio, la salvación propia.

La principal de las pruebas a las que se enfrenta el antihéroe, es del orden del encierro, al cual se somete la marinería entera, en esa calma que luego de partir encuentran bordeando las costas africanas. Curiosamente la misoginia que caracteriza la picaresca se observa aquí como un mandato del rey mismo a la marinería, del orden de la prohibición, que llega a ser casi la respuesta a la pregunta planteada por Souiller, es decir el miedo burgués al amor y a la mujer.

Por último, siguiendo el estudio comentado, la picaresca no termina, lo que se observa claramente en el relato de Juanillo, ya que si bien el viaje termina, la imagen del bufón caminando junto con el rey por los caminos de España es un final abierto. Y no sin cierta relación, la Historia de la Vida del Buscón finaliza con el embarque en Sevilla, en busca de las indias.

El final del relato del pícaro, acaso sea la continuación del relato del bufón, el desprendimiento en el momento del embarque en el que toda relación con lo anterior se deja de lado y el transcurrir del viaje es el que opera primordialmente. Quizá por ello la imagen del alejamiento de la ciudad, no de los viajeros, en el momento de la partida.

En cuanto la temática, el género picaresco ofrece aun más riqueza en el estudio que se resume, por no extender demasiado el presente, de la siguiente manera:

Cinco temas principales observables a lo largo de la novela resalta Souiller. El primero se refiere al del dinero, que fluye en el campo cierto de la promesa de riqueza que se ofrece, y en el campo interno del viaje como el intercambio de bienes con los nativos y en el comercio que se da en las naves para consumir los recursos que ofrecían los distintos cotos de caza en que se dividieron los buques en medio del hambre. El tema del viaje y el vagabundeo, que se trata de conocer mundo, una búsqueda de libertad. La fortuna, expresada en lo azaroso de la expedición misma hacia tierras desconocidas, por rutas que no tenían verificación mayor. El tema de la apariencia y la ilusión, que desnuda de nuevo la ilusión misma de Magallanes, de la actitud de vestirse con el uniforme de aquél, de investirse de su poder, y a la vez de sentir el olor del héroe reducido. Y como último el tema del hambre, que transita toda la novela hasta la llegada a puerto después de tres años de viaje.

El teatro del mundo se reduce a un navío.

Así, desde la novela picaresca se encuentra un esquema que genera la visión de mundo del narrador de la historia, que muestra desde su perspectiva una nueva noción de la aventura con la que espera lograr su redención y ser contado como uno más de los hombres que participaron de la expedición, y así mismo, simbólicamente obtener la redención del lector y de la historia misma, de las personas olvidadas.


b.  La novela histórica.

Es en el punto de la historia que con la definición que Menton cita de Anderson Imbert[5] respecto de la nueva novela histórica, donde no se puede decir que se trate de una novela picaresca. Esto parece obvio, ya que no tendría lugar una picaresca del siglo veinte. Sin embargo parece necesario adicionarle un ingrediente más a aquella afirmación, y es la base ficcional que opera en aquella, y que de cuenta de su peso histórico carece la que nos ocupa.

Por lo tanto, la función práctica e histórica de la picaresca debe tocarse con el registro de la historia para completar el cuadro. Y es aquí donde comienza la redención del narrador. El decir la verdad oculta por los cronistas, no se ciñe simplemente a revelar los detalles, digamos, sórdidos de algunos momentos históricos. Desde Lukács se trata del "...descubrimiento de las condiciones reales de vida, la crisis vital real y en desarrollo de un pueblo, para mostrar todos los problemas..."[6], el personaje es desconocido, pero es el revelador de la historia de los hombres, no la historia del héroe.

El despertar poético de Juanillo se da por medio de las creaciones que va haciendo para entretener a sus amos, especialmente al héroe Magallanes. Es Juanillo quien prueba por medios poéticos la existencia, el mero ser de las circunstancias y las figuras históricas[7], es decir su manejo del lenguaje como creación de mundo.

Creación de mundo que no puede suceder en las narraciones de los cronistas, cuya actividad es meramente histórica, en cuanto a dar cuenta de lo que sucedió, mezclado con lo que debió suceder en respuesta a un canon del momento. Pigafetta es entonces quien desde su vista muestra la tierra recorrida, la enumera, la ubica, la describe, pero no la crea. Por eso, y como novela, la narración de Juanillo toca más allá de lo sensible, para irse hacia los estados del alma de las personas que habitan esa tierra creando su propio mundo. Ejemplo bello de lo anterior es lo siguiente:

"...¿Ves allá abajo, en la playa, aquella colonia de gaviotas? Son excelentes voladoras también, y además caminan en tierra con soltura, pero son más cautas que las grandes aves, nunca se alejan demasiado de la costa donde tienen sus nidos. Cortas excursiones, ya sabes; pero nada de grandes viajes.

-Yo cuando sea pájaro seré gaviota –digo.

Don Juan se ríe."[8]

La ficción no tiene por qué darse en los acontecimientos maravillosos, pues en ellos la imaginación vuela, por eso en las crónicas de Pigafetta[9] recorren todo el escrito con descripciones de peces voladores, seres y plantas inverosímiles. Lo que en Maluco se resume en un párrafo lleno de todas las posibles maravillas que encontrarían en el viaje, pero que dentro de la narración no tendrían importancia.[10] Es la creación de la visión de mundo coherente, que desde Goldman[11] agrega valor estético a la obra literaria.

La evaluación del mundo marcada por la visión de Juanillo coloca la palabra como superíndice de la narración, la reflexión por la palabra delimita el mundo, el creador, narrador construye su versión de la historia, desde la vista del personaje simple.

Surge entonces la relación literatura sociedad como respuesta a un reclamo de la historia por lo que se ha dejado de decir. "La historia y la moral se escriben y leen en la infraestructura de los textos. Así, polivalente y plurideterminada, la palabra poética sigue una lógica que supera la lógica del discurso codificado y que no se realiza plenamente sino al margen de la cultura oficial".[12]

Siguiendo el esquema de la parte primera de este trabajo, a partir del texto de Menton[13] encontraremos los seis elementos que constituyen los rasgos de la nueva novela histórica.

Una reproducción mimética de la historia subordinada a la presentación de ideas filosóficas del orden de la imposibilidad de conocer la verdad sobre la realidad, en el caso de Baccino, cuyo Juanillo descree directamente de las narraciones de los cronistas. Seguida de la distorsión de la historia con exageraciones u omisiones que se entrecruzan entre los textos de Juanillo y los de Pigafetta, y caracterizada en cierta medida por una dificultad primaria de tal distorsión, es decir que para verificarla requeriría de un estudio de datos e investigación profunda, pues no es fácil establecer como verdadero el texto de Pigafetta.[14]

Tal distorsión tiene un haz principal que se refiere a la ficcionalización del personaje histórico, que según Menton se opondría a Lukács en cuanto a que este propone desde Walter Scott la presencia de personajes ficticios. Ambas circunstancias se observan de manera conjunta en Maluco, Magallanes tiene un rasgo de ficción en su humanidad revelada (pequeño, temeroso del éxito de la empresa, nostálgico), pero a su vez, por una necesidad propia del dispositivo de la narración, ya evaluado desde la picaresca, Juanillo es un personaje ficticio.

La metaficción es permanente, desde el rasgo mismo de la escritura por parte del narrador que se detiene a hablar de sí mismo[15], hasta la reflexión por el lenguaje que sostiene la vida en las naves, cuando no hay nada más qué hacer que hablar.

La intertextualidad, que aparece con elementos de obras como Don Quijote, "Y el último, ¡cómo no recordarlo!, si era hijo de mi amigo Quijana (Quijana, ¿o era Quesada?, es curioso que siendo tan amigos tuviera yo dudas sobre su apellido; para mí, él era simplemente Alonso, y yo, <<el señor cura>>). En fin, que le pusimos también Alonso. Su padre decía que seguiría la carrera de las armas como lo habían hecho todos los Quijana desde la época del rey Sancho."[16] Intertextualidad que no deja de ser inteligente y bien armada, que no recae en el palimpsesto obvio.

Por último, esa heteroglosia se encuentra en la diversidad de registros que la voz centrada de Juanillo descubre dependiendo del tono y la naturaleza del momento narrativo que presenta. No es el mismo registro el de las historias como la de la duquesa Rosinalda,[17] que la queja o solicitud dirigida al rey Carlos V, o las narraciones imaginarias a Magallanes, o su propia voz reflexiva de los acontecimientos que van sucediendo a lo largo del relato.

III.  Resultados.

"Cuando esas experiencias se combinan con el conocimiento de que transformaciones semejantes están ocurriendo por todo el mundo, se robustece por fuerza el sentimiento de que hay historia, de que esa historia es un interrumpido proceso de transformaciones y de que, por último, esa historia interviene directamente en la vida de cada individuo".[18]

El hombre que se haya en la historia es parte del universo, por medio de su historia, Juanillo es reconocido. Al final de la novela, mediante un juicio emitido por un tercero se verifica la veracidad o no de los hechos narrados por el bufón, y es un cierre inteligente en tanto que concluye con la inutilidad del juicio sobre la veracidad de tales hechos, pues por encima de éste, se encuentra la calidad de la narración misma, es decir el arte de la escritura que está por encima de la verdad, porque precisamente se trata de otra verdad, no de la verificable, sino de la verdad necesaria, la de aquellos personajes que no aparecen en los libros de historia.

En el estudio de Lukács, la voz de ése hombre de extracción social, que no es la voz del héroe, revela la verdadera historia, es quien participa de manera concreta en las circunstancias y consecuencias de los hechos históricos, ese individuo pasivo que se ve afectado por la calidad del pan cuando triunfa la revolución rusa.[19]

Acompañados de Kristeva[20] se encuentra la manera en que la literatura se relaciona con la sociedad, manera que dotada, en el caso de Maluco, de una base histórica tanto literaria como social, resulta una forma artística dotada de un peso estético cierto de crítica social.

La ya comentada Intertextualidad, pero en este caso no solamente con otras obras literarias, sino con todo tipo de textos, incluido en éstos los mismos textos históricos, las crónicas de Pigafetta, en el esquema de contrapuestos. Los juegos de focalización por los que transcurre Juanillo, variando su punto de vista en una actitud crítica, caso que ya se ha analizado, pero que vale la pena recordar en ése pasaje desde debajo de la mesa del juicio a los sublevados.[21]

Esa relación dinámica que denota la escritura del Juanillo que se dirige al rey Carlos V, pero que también se dirige a nosotros, reclamando nuestro reconocimiento, que lo incluyamos en la historia, que nos mete dentro de la novela al final invitándonos al viajes y a la aventura, haciéndonos co-creadores, permitiendo el desplazamiento y modificación constante de la forma en que se presenta la narración recreada en el lector.

Desde el análisis de Goldman, los elementos del dispositivo narrativo de Ponce de León configuran una visión poética del mundo marcada por la perspectiva de Juanillo que recrea la historia posicionándola de nuevo ante el reclamo actual de descubrir la verdad más allá de la cultura constituida. No es por lo tanto descabellado recordar el auge de la reevaluación de la historia que en los años cercanos a la celebración del quinto centenario del descubrimiento de América se expandió por toda Hispanoamérica. Maluco es precisamente escrita en esta época.

La novela es toda ella un reclamo por la identidad del hombre en el mundo, por el reconocimiento simbolizado en un ser que por medio de su lenguaje, de su narración, y haciendo uso de la dispensa que le merece el ser bufón, se permite mostrar la historia. De esta manera salva la expedición con su arte, le pone el peso estético de la vida de los hombres, la distancia del enunciado descriptivo de Pigafetta y la sitúa no en el discurso de los hechos, sino en el transhistórico del sentir de los hombres, recuperando una parte de la historia que hasta ahora no había sido dicha.

La crisis del mundo barroco que tiene como resultado la picaresca[22], tiene como resultado actualizado, en su revisión histórica, la nueva novela histórica.

"La relación texto-contexto es una relación plástica, dinámica, plurideterminada, que se articula no solo con el polo del productor y su "repertorio" (su visión de mundo) sino, de manera igualmente fundamental, con el polo del receptor."[23]


Bibliografía.

1. BACCINO PONCE DE LEÓN, Napoleón. Maluco La novela de los descubridores. Seix Barral, Barcelona, 1990.

2. CEREZO MARTÍNEZ, Ricardo. La Cartografía Náutica Española en los Siglos XIV, XV y XVI. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1994.

3. LUCÁKS, Georg. La Novela Histórica. Grijalbo, Barcelona, 1976.

4. MENTON, Seymour. La Nueva Novela Histórica de la América Latina, 1979-1992. Fondo de Cultura Económica, México, 1993.

5. PIGAFETTA, Antonio. Primer viaje alrededor del mundo. El Elefante Blanco, Buenos Aires, 2001.

6. SOUILLER, Didier. La novela picaresca. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985.

7. ZIMA, Pierre V. Hacia una sociología del texto. En Expresionismo. Revista Argumentos, #8–9. Bogotá, agosto de 1984.


[1] SOUILLER, Didier. La novela picaresca. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985.
[2] SOUILLER. Op. Cit. Páginas 83 y siguientes.
[3] BACCINO PONCE DE LEÓN, Napoleón. Maluco La novela de los descubridores. Seix Barral, Barcelona, 1990. Página 8-9.
[4] BACCINO. Op. Cit. Página 163.
[5] MENTON, Seymour. La Nueva Novela Histórica de la América Latina, 1979-1992. Fondo de Cultura Económica, México, 1993. Página 33: "Llamamos 'novelas históricas' a las que cuentan una acción ocurrida en época anterior a la del novelista".
[6] LUKÁCS, Georg. La Novela Histórica. Grijalbo, Barcelona, 1976. Página 37.
[7] LUKÁCS. Op. Cit. Página 43.
[8] BACCINO. Op. Cit. Página 161.
[9] PIGAFETTA, Antonio. Primer viaje alrededor del mundo. El Elefante Blanco, Buenos Aires, 2001. Página 51.
[10] BACCINO. Op. Cit. Página 17.
[11] Citado por: ZIMA, Pierre V. Hacia una sociología del texto. En Expresionismo. Revista Argumentos, #8–9. Bogotá, agosto de 1984. Página 13.
[12] Julia Kristeva, citado por ZIMA. Op. Cit. Página 16.
[13] MENTON. Op. Cit. Páginas 42 y s.s.
[14] Por ejemplo es de anotar que en el texto de Pigafetta, una vez ha muerto Magallanes no vuelve a referirse al capitán general que fue encargado de los restos de la flota, es decir Sebastián Elcano. Por demás decirlo, en ninguno de los dos textos es clara la muerte misma de Magallanes.
[15] BACCINO. Op. Cit. Página 206.
[16] BACCINO. Op. Cit. Página 99.
[17]  BACCINO. Op. Cit. Página 34.
[18] LUKÁCS. Op. Cit. Página 20.
[19] La cita es de Lenin, refugiado en una casa en Petrogrado durante la revolución de 1917. LUKÁCS. Op. Cit. Página 44.
[20] ZIMA. Op. Cit. Página 17.
[21] "Dime, Majestad Cesárea, ¿habéis estado alguna vez en tu vida debajo de una mesa observando los pies de los comensales y siguiendo su conversación?..." BACCINO. Op. Cit. Página 129.
[22] SOUILLER. Op. Cit. Página 91.
[23] ZIMA. Op. Cit. Página 19.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Levantamiento


Me imaginé la cara del tipo mirando por la ventana, metido con otros treinta entre un cuarto cerrado de unos nueve metros cuadrados, con una sola ventana al lado opuesto a la puerta. Lo vi callado, con un poco de susto y de desconfianza en la cara. Lo encontré con la corbata suelta pero aun colgada del cuello. Al ver sus pantalones rotos y sucios entendí que se había caído cuando lo hicieron bajar de la camioneta y que tuvo que pasar por un charco formado por las goteras que la estación de calle 39 tiene. También encontré que cuando llegó, algunos lo miraron con burla, pero otros con gusto. Y ésos le dieron unos golpes para después acariciarlo semidesnudo. Supe luego que tuvo que volver a vestirse adolorido y fue entonces cuando se decidió. Miró de nuevo la ventana y vio que no había forma de hacerlo por ahí.

Antes de que le quitaran el reloj, vio que eran las doce y media; así que entonces fueron como las dos y media de la mañana. Para él fue evidente que los que ya llevaban mucho tiempo ahí, habían aprendido a dormir parados; él no tenía sueño, estaba más alerta que nunca.

Seguro que fue entonces; cuando otro que no lo había visto le sonrió y comenzó a acercársele; comenzó a gritar como un loco, a empujar a todo el mundo, le metió un par de puños al marica que trataba de tirárselo y como entre cinco lo tumbaron al piso. Él no dejó de gritar mientras las patadas, y por fin lo sacaron a rastras y lo dejaron tirado en el patio, para que la lluvia lo tranquilizara. Le pusieron de nuevo las esposas amarrándolo a un pupitre.

Eran las cinco y treinta de la mañana, mas o menos, cuando con el pupitre le rompió la cabeza al auxiliar bachiller que estaba en la puerta, castigado por fumar cuando no debía. Con el pupitre siguió corriendo cuando se metió en el caño pensando esconderse ahí, y donde asustó a un indigente que lo sacó con la amenaza de una piedra que finalmente no tuvo fuerzas de tirar. El barro de las manos y las uñas es por tratar de subir del caño de nuevo a la calle, donde yo lo encontré tres horas después, cuando en el recorrido de la mañana hice el levantamiento del cadáver.

—Estaba en fuga, —dijo el oficial— por eso le disparé.

martes, 16 de octubre de 2012

Pepita y el conejo

A Flore


Era una noche triste, Pepita supo que el conejo había desaparecido. Según le dijeron, se encogió porque se había comido unas pastillas mágicas que encontró abandonadas en el baño por la mañana; las pastillas lo habían encogido hasta reducirlo a un tamaño tan pequeño que nadie podía verlo. Por eso Pepita estuvo caminando en puntas de pies todo el día, y regañó a su papá y a su tío (el dueño de las pastillas), porque caminaban despreocupados por la casa sin preocuparse de espichar a su conejo.

Cuando fue a acostarse trató de tener cuidado, pensando que quizá estaba escondido debajo de las cobijas y que tal vez si lo dejaba ahí, donde nadie lo encontrara, nadie podría hacerle daño. Pero no lo vio tampoco ahí.

Pepita se durmió pensando en que su conejo estaba perdido y aterrado en una inmensa selva de tapete y que alguien lo pisaría en algún momento.

Al día siguiente, en la casa de la abuela, Pepita y sus papás y su tío estuvieron almorzando. La abuela consoló a la niña por la desaparición del conejo y le aseguró que probablemente no había sufrido ningún dolor.

Pepita se acostumbró a la idea, y siempre guardó un recuerdo de su conejo. A veces miraba las esquinas de la casa y los recovecos, pensando que quizá su conejo estaría por ahí. Otro día cayó en cuenta de que aún el conejo siendo de ése tamaño, tendría hambre, y le dejó por un tiempo unos pedazos minúsculos de lechuga y zanahorias que evitaba comer del almuerzo y escondía en el bolsillo de su mameluco. Lo hizo pensando en que si le daba de comer, quizá creciera y lo pudiera ver. Pero un día la mamá la pescó dejando un pedacito de arveja y una minirodaja de habichuela, y la regañó porque luego ella tenía que recoger ese polvo de comida en los lugares más inaccesibles de la casa.

Para entonces Pepita perdió las esperanzas, su conejo no volvería a crecer, ni habría de aparecer.

Varios años después, cuando ya tenía 10 años, Pepa de nuevo en la casa de la abuela en un almuerzo recordó a su conejo y habló sin tristeza de él. Su abuela se rió, y le contó la verdad: Su conejo había sido el almuerzo aquél día en su casa.

viernes, 12 de octubre de 2012

Barro


Una vez sentada en la cama la mujer trató de levantarse, sus pies llenos de lodo quedaron atrapados en el suelo como si fueran aprisionados por grilletes pesados. Había llovido.

Durante toda la noche el río fue apoderándose de la casa, inundándola, humedeciendo la tierra del piso hasta hacerla una cosa blanda que se metía entre los dedos de los pies y despedía un olor a mierda de animales. La cama se hundía unos centímetros en el barro y estaba en medio del cuarto como si hubiera estado a la deriva en medio de la noche.

No había sol en la ventana, la luz era algo sin fuente fija que apenas iluminaba las cosas desordenadas del cuarto. Parecía que instantáneamente la tierra en una sacudida violenta lo hubiera desarreglado todo.

Comprendiendo la imposibilidad de poner de nuevo los pies dentro de las cobijas por su pudor natural, decidió incorporarse con la dificultad que eso conllevaba. El silencio del campo hacía que cada paso en el barro diera la sensación de estar pisando materia descompuesta.

No había pensado en la posibilidad de que el río dejara una capa de lodo muy por encima del nivel del suelo. Lo comprendió cuando sus manos trataron de abrir la puerta de la casa, y ante una ligera dificultad en el primer intento, tiró con fuerza en el segundo y una sacudida la empujó hacia adentro. Era mayor la cantidad de barro que se había apilado en la entrada, afuera de la casa, que aquella que había logrado entrar por las rendijas. Apenas pudo sostenerse en pie. Con la puerta abierta, su mirada se extendió por un campo gris en el que las vacas trataban de andar de manera incierta sin poder levantar ninguna de sus patas con seguridad, pues corrían el riesgo de hundirse más.

Todo parecía haberse detenido en un instante permanente en el que las cosas móviles hubieran desaparecido, y las que seguían ahí, se ubicaran realmente en otro sistema temporal más lento y dificultoso.

Ella misma comenzó a sentir que todo, incluso el cielo, incluso ella, estaba detenido en un momento eterno de inexistencia.

Luego volvió la lluvia y todo se desesperó en los mismos lentos movimientos. Resignadamente una de las vacas decidió hundir su hocico en el fango, e instantes después algo inmenso la invadió sin ninguna señal, comenzó a ladearse como un barco escorado, hasta caer suavemente quedando medio zambullida en esa masa espesa.

Perpleja, la mujer no trató de salir, arrastró los pies, consiente de la inutilidad de tratar de sacarlos para tener que volverlos a meter en el fango, y simplemente se sentó en el borde de la cama de nuevo.

El olor comenzó al día siguiente. Entonces comprendió que la vaca ya estaba muerta desde antes que sucumbiera y que seguramente a otros animales les había sucedido lo mismo.

No pensó en Troski, el perro que estaba amarrado a un árbol, principalmente porque el árbol ya no estaba. Después detalló las vacas y se dio cuenta que no eran las suyas, no era el paisaje que había tenido por quince años al frente de su casa.

Finalmente tomó un poco de ropa y una olla, porque el resto estaba sumergido en el fango, y salió de la casa deslizando los pies

viernes, 5 de octubre de 2012

No pasa


Aunque no es desesperante, hace calor esta mañana.


Aquí un poco de calor más allá de lo normal es apenas agradable, y no pasa de ser un motivo para quitarse la chaqueta o el saco y dejar ver la camisa blanca, inmaculada o no.


Al salir a la esquina veo que el reloj de la avenida marca la misma hora desde hace dos semanas. Son demasiado precisos mis pasos y mis movimientos a esa hora de la mañana, hasta el punto de parecer que los mismos carros pasan por la avenida exactamente en el mismo momento sin que se modifique su horario ni en un segundo. Los buses de los colegios llevan a los niños medio dormidos y sus caras, con pocas ganas de haber salido de sus camas, miran por la ventana a toda una bandada de adultos responsables.


Yo soy uno de ellos, uno que no se da cuenta de su estado.


Sigo mis pasos simplemente, como si fuera cosa de otra circunstancia distinta a mi voluntad que transcurre en recuerdos de sonrisas acariciables con los ojos. Pero los números del reloj me devuelven a la conciencia de la falta de conciencia, de verme mecanismo, objeto preciso y coordinado, parte de una falacia que aparece como vida, cuando realmente no es sino carencia de vida, cuando vida precisamente es todo lo contrario, o lo que se antepone a esto, es decir lo que mi mente se permite, aunque mi mente se permita cada vez menos, y otras cosas que no importan se metan en ella como gusanos que carcomen el tuétano para enconarse y convertirse en una alimaña pegajosa.

Pero sigo caminando, tan mecánico que la marcha de mis pies se va acomodando sola a las irregularidades del camino, que ya son regularidades, es decir, simplemente guías que se van sintiendo en las plantas. Miro al suelo entonces y trato de descubrir debajo del polvo de los demás zapatos que han pisado tantas veces el mismo polvo, e indefectiblemente me encuentro con la huella de mis zapatos, de mis zapatos nuevos que pisaron ayer el mismo piso, y me siento como si le pusiera a Heráclito el pie en la cara, cuando piso mi huella otra vez, y entonces, seguro de que no soy tránsito sino cosa y que la cosa se queda pase lo que pase, ya no me fijo, y sigo caminando cruzando la avenida sin mirar a ningún lado porque lo estoy viendo todo, en el tiempo y el espacio, y en ése momento el carro del escolta del ministro, que seguramente también piensa lo mismo, porque tampoco me ha visto, o me vio indiferente, deja una huella imborrable sobre mi.

miércoles, 3 de octubre de 2012

El escorpión se pica a sí mismo

(Ejercicio I)


Comía gelatina en la mesa de comedor de la casa. Eran las seis de la mañana, y el plato parecía una piscina rota de color morado. La pizza recalentada en el microondas soltaba un vapor raro, también había unas cuantas latas de cerveza apachurradas sobre la mesa. Su desayuno se parece al de un jugador experto de Battlefield.

Había celebrado solo. Y quizá era eso lo que había que celebrar. Lo demás eran triunfos de una operación simple que cualquiera habría podido realizar. No se sentía particularmente orgulloso de ello. En su cerebro estaba claro que no se trataba de un Pulitzer o un premio Nobel, ni siquiera una cosa así de este mundo, realmente era un premio dentro de una Universidad mediocre que se caracterizaba por formar abogados por toneladas. O sea que se trataba de un premio al mejor abogado chimbo de Bogotá. ¡Salud! Otra cucharada de gelatina, no fuera que le doliera la próstata.

Su pelo lacio y negro, pegado contra el cráneo parecía una sola masa tiesa acaramelada por la grasa que seguramente le transmite la pizza. Su altura de cuerpo entero parece derrotada en la mesa. En el televisor de la habitación retoza Jota Mario con las flacuchas de paso. Hay que ir a clase hoy también. Será obvio que anoche trasnochó preparando algún documento para un curso que tiene que dictar en algún lado.

–Doctor Alborán, –le dijo un profesor de la Facultad mientras se tomaban la copa de vino, –un premio así es muy merecido. Sin duda el apoyo de la doctora Rodríguez ha sido muy importante–. El recuerdo de la cara de su colega le recordaba la sonrisa espantosamente torcida de Selena, la doctora Rodríguez no se podía reír de otra manera, era como si una mitad de su cara no estuviera de acuerdo con la otra mitad.

El clon de sí mismo comenzó a mirarlo desde el espejo en el que se mira todos los días antes de salir a clase. Allá en el espejo, tenía corbata, un Hernando Trujillo lo hacía parecer decente, sonriente, orgulloso. Acá contra la mesa pensaba que el millón y medio de pesos que le daban por el premio no le alcanzaba para mayor cosa, y que afortunadamente la fiesta que hicieron después fue cerca a la Universidad, así, no pagó nada. Selena se había ido temprano después de unas cuantas cervezas, porque no podía llegar tan tarde a su casa, su marido la esperaba. Con esa plata se iba a comprar unas mancuernas de oro que había visto otro día. Por eso valieron la pena las últimas cervezas, las que se tomó sólo.

Todo estaba bien ¿cierto? Era el premio a la investigación. Él está en la academia, es su premio. Poco importa que haya sido la presión de sus amigos la que permitió que se lo dieran, el decano quería que fuera para él.

La receta de leche asada con vino que sirvieron en el cóctel posterior a la entrega del premio debía haber sido suficiente indicio de que no era el resultado de sus investigaciones lo que se premiaba. Era más bien como un concurso de Miss Universo, había que tener buena ropa. Selena sin ropa se veía peor, y aunque él era el elegido por ella, eso no era para sentirse orgulloso.

Pensó si mandaba enmarcar el cartón donde constaba el premio. Se desprendió de la mesa para recogerlo del piso. Lo miró con la tristeza con que mira al niño que le pide plata después de limpiarle el vidrio a la camioneta. Había que enmarcarlo.