Snorri Sturluson, como personaje, no fue de la
lucidez que puede ser observada en el escritor. Su vida, vista a través de los
ojos de los historiadores, nos deja el sinsabor de un antihéroe más preocupado
por sí mismo que por su tierra o sus conciudadanos. Pero más allá del plano de
lo que podríamos llamar como público, nos encontramos a un hombre preocupado
por lo literario y por la historia; cuenta de ello dan sus obras, que van desde
la historia de los Reyes de Noruega, hasta sus estudios sobre la poesía de los
Scaldos y su profundo saber sobre la mitología islandesa. En torno a esto,
surge la pregunta acerca del carácter de una obra como La alucinación de Gylfi;
si es teológica, en cuanto a su narración de la creación del mundo y la vida de
los dioses; si es histórica, en cuanto a su interpretación y puesta en escena
como verdad; o es una creación poética dada su fuerza narrativa que se vale de
cualquier recurso para darle valor y velocidad a lo narrado y que hasta se
permite licencias históricas para lograr su cometido. A mi parecer es esta ·última
la posición que más sentido tiene. Snorri no era quien se preocupara de una
veracidad en una obra que tenía ciertamente un carácter explicativo distinto y
distante de lo que pudiera pretender en las otras obras de su autoría. Pero
predomina lo poético, lo creativo. Aunque, si bien podemos ver como tal su
estudio de los ciento dos tipos de versos de los Scaldos, también lo podemos
concebir así en esta obra de la que nos ocupamos en cuanto a la creación de la
prosa que narra y re-crea la historia mitológica del pueblo escandinavo. Para mí
es preponderante su preocupación porque ella fuera veraz y a la vez creíble. Más
allá de ser explicativo, enuncia y crea toda una visión de mundo por medio de
lo recopilado en sus estudios sobre los mitos escandinavos. Hace su propuesta y
la justifica y argumenta. ¿Cuál es su propuesta? La defensa de los mitos
profanos y ajenos a la religión cristiana que ha comenzado a expandirse por sus
tierras. Snorri defiende lo propio, su cultura; la preserva y trata de hacer
que vuelva de la historia para ser mito de nuevo. El valor de Snorri y de su alucinación
de Gylfi es ese, la preservación de lo mítico a través de los tiempos y de la
historia. Huelga decir que aunque era de la fe de Cristo, Snorri profesaba su
amor por la cultura perdida, y qué mejor forma de expresar el amor que por
intermedio de lo poético.
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